Dia Internacional De La Mujer: Igualdad y tecnología

In marzo 8, 2022
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Ley 14/2011, de 1 de junio, de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación incluía como objetivo general incluir la perspectiva de género en todos los aspectos del proceso, “incluidos la definición de las prioridades de la investigación científico-técnica, los problemas de investigación, los marcos teóricos y explicativos, los métodos, la recogida e interpretación de datos, las conclusiones, las aplicaciones y los desarrollos tecnológicos, y las propuestas para estudios futuros”. El pasado 18 de febrero, el Consejo de Ministros aprobó la reforma de la Ley, entre cuyos objetivos está resolver las principales desigualdades de género en el ámbito de la I+D+I, incorporando la igualdad de género como un eje transversal. En particular, existirá la obligaciones de disponer de planes de igualdad, de garantizar la igualdad en los procesos de selección y la creación de un distintivo de igualdad de género para aquellos centros que acrediten criterios de excelencia en este sentido.

La falta de diversidad de género en las actividades de ciencia, tecnología e innovación puede reducir las posibilidades de creación de nuevas ideas, y puede motivar que haya necesidades no cubiertas, al tiempo que incluirla favorece la calidad del conocimiento que se produce. La diversidad de perspectivas y enfoques puede contribuir a la riqueza de los resultados. La diversidad es un activo en los equipos directivos, tener personas de origen distinto, género, origen disciplinar, intergeneracional, etc. Todo esto genera un valor económico no sólo social.

 

Por otra parte, la tecnología puede ayudar, asimismo, a contribuir a la sensibilización de colectivos sobre situaciones de injusticia como la discriminación por género y pueden ser herramientas muy útiles para la educación y para empoderar a la mujer. A tenor de los datos, podemos afirmar que las nuevas tecnologías pueden ser un vehículo conductor de principios que contribuyan al cambio social y conseguir una sociedad mejor, en donde la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres  evite que el avance tecnológico acentúe todavía más las desigualdades y aumente más las brechas ya existentes, como por ejemplo, la digital.

Es por todo ello, que debemos ser capaces de lograr una igualdad real entre hombre y mujeres en todos los ámbitos y a todos los niveles de la innovación y de la tecnología, para lo que resulta imprescindible eliminar barreras y potenciar oportunidades para la participación de las mujeres en la innovación. Es decir, deberíamos ser capaces de que la dimensión de género se integre en las políticas, programas y proyectos de I+D+I y que se haga en todas las etapas del ciclo de investigación. Las distintas fases en las que se desarrolla la innovación son susceptibles de incorporar la dimensión de género, por ejemplo, desde la fase de planteamiento de ideas, como decíamos buscando servicios o productos en los que las usuarias sean mujeres, pasando por el resto de fases, por ejemplo, fomentando la igualdad de participación de hombres y mujeres en los equipos de investigación a todos los niveles, creando unas condiciones y una cultura de trabajo que permitan a los hombres y a las mujeres tener carreras igualmente enriquecedoras, poniendo en mismo valor las investigaciones realizadas por hombres y por mujeres. 

El Manual del “El género en la investigación” de la CE, en la versión traducida al español por el MICINN, cita algunos ejemplos desde el punto de vista de selección y contratación en los equipos de investigación, como garantizar que los procesos de selección sean abiertos e imparciales: utilizar comités de selección mixtos, formar a los miembros del comité sobre los prejuicios de género, anunciar los puestos vacantes de un modo más amplio, animar explícitamente a las mujeres a solicitar los puestos vacantes, tener en cuenta los modelos de carrera atípicos; utilizar criterios de selección explícitos, precisos y transparentes: establecer parámetros que sean relevantes para la búsqueda del conocimiento científico, utilizar indicadores de rendimiento apropiados que se ajusten a la productividad en el ciclo de vida tanto de hombres como de mujeres. Incorporar el género en la investigación requiere que se lleven a cabo acciones relativas tanto a la participación de las mujeres en la investigación como a la dimensión del género de la misma, como una variable clave analítica y explicativa en la investigación.

Por otra parte, necesitamos dotarnos de un modelo educativo que revierta la brecha digital de género desde los primeros años de formación de las niñas y niños, por ejemplo, introduciendo y fomentando las  asignaturas relacionadas con el estudio de las nuevas tecnologías desde edades tempranas para suscitar mayor interés en las niñas. Recordando que hay que ir más allá en esas competencias digitales con programación, pensamiento algorítmico, datos y redes. También invertir en formar y concienciar a las familias y profesorado para corregir los principales sesgos inconscientes en relación con la perspectiva de género con los alumnos y alumnas, reduciendo estereotipos y prejuicios que actúan como barrera en las elecciones individuales y en las carreras profesionales. Necesitamos dotarnos de planes de educación pública que fomenten la educación de la mujer en los entornos digitales para que las mujeres profesionales lideren el camino de innovación que lleva no sólo al progreso, sino también a la igualdad y al empoderamiento profesional. Debemos ser capaces de garantizar que el derecho a la educación digital se reconoce en términos de igualdad y que esa educación incluye formación en habilidades digitales y liderazgo que ayuden a eliminar las barreras que impiden el empoderamiento digital de las mujeres. La educación digital puede ser instrumento, además, de valores éticos que contribuyan a la igualdad efectiva entre hombres y mujeres. Es decir, tecnología como objeto de la formación y como vehículo conductor de principios que contribuyan al cambio social.

Igualmente, debería reconocerse la obligación de los poderes públicos de invertir en la educación de las niñas con programas específicos de capacitación en TIC, prestando especial atención a las mujeres de 55 años o más, para evitar su exclusión del mercado laboral y que sigan siendo referentes para las generaciones más jóvenes.

Esto ayudará a que la mujer se incorpore de forma activa a las nuevas tecnologías, reduciendo la brecha salarial e incrementando la presencia de la mujer en puestos directivos.

Por otra parte, los gobiernos deberían desarrollar políticas concretas que exijan unos estándares éticos mínimos de obligado cumplimiento en términos de igualdad para el desarrollo de tecnologías basadas en tratamientos masivos de datos, en particular, entre quienes desarrollan los algoritmos y quienes investigan en el sector de la inteligencia artificial, para que estas tecnologías no se conviertan en un mecanismo amplificador de la desigualdad de género (discriminación de lenguaje, textos, algoritmos, etc.). Hay que apostar por una inteligencia artificial inclusiva, transparente y segura, que evite la discriminación e injusticia, que acelere la igualdad de género y favorezca la igualdad de oportunidades.

La participación femenina es esencial en la Cuarta Revolución Industrial, por ello, hay que avanzar en el empoderamiento digital de la mujer a través de formación en tecnología, el desarrollo del emprendimiento digital, favoreciendo y reteniendo el talento digital. El impulso de la igualdad de género en la tecnología no debería ser sólo un derecho humano fundamental, sino que debería erigirse como uno de los pilares esenciales para construir un mundo pacífico, próspero y sostenible.

 

#DiaInternacionalDeLaMujer, #Igualdad, #AEPD, #RGPD, #protecciondatos, #helasconsultores

 

 

María Martín Pardo de Vera

Responsable de Consultoría y Desarrollo de Negocio en Helas Consultores y Socia de Women in a Legal World

       

 

 

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